Observemos con detenimiento el dibujo que se encuentra en la parte superior del texto, y ahora, encomendémonos a la tarea de describirlo. A grosso modo, podríamos decir que en su totalidad la imagen parece un ojo humano en formación: la parte coloreada sería la pupila, mientras que los numerosos puntitos que forman una circunferencia construyen el contorno de ese órgano que se utiliza para observar a raíz de la detección de luz. Inclusive, siendo un poco más específicos, podemos apreciar ciertos puntos desprendidos en la periferia que caracterizarían ciertas partes del ojo que aún no se han integrado a la córnea.
Por otro lado, adentrándonos a la pupila, es posible que apreciemos que ésta se conforma por numerosos nodos unidos por aristas. Es así que, entre un mar de medusas, pulpos, espermas e híbridos, se teje una serie de redes conectadas que forman una fraternidad, o mejor dicho, un sistema sensible a los cambios de luz, capaz de transformarlos en impulsos eléctricos para configurar una visión de la realidad, o en este caso, una manera de pensar virtual.
Y en efecto, lo que encontramos en la imagen descrita anteriormente, no se trata de una representación del órgano base del sentido de la vista, sino de un estudio sociométrico de la comunidad virtual del movimiento #yosoy132. Particularmente, los integrantes han sido configurados en forma de nodos y sus interacciones en aristas. Por su parte, el tamaño de los nodos se construyó a partir de la cantidad de enlaces (entradas y salidas) de los perfiles: los grandes reflejan un nivel de conexión alto y los pequeños representan un nivel de vinculación bajo. Los colores representan a las tribus: un conjunto de personas enlazadas por la constitución reticular originada por los vínculos que presenta cada nodo y los temas de conversación que circulan en la red comunitaria. Y por último, el contorno de la córnea (los puntitos situados en la periferia) simboliza a los “nómadas”, aquellos miembros de la comunidad que tienen la particularidad de no relacionarse. Sin embargo, todavía queda una cuestión por explicar, es decir, falta que entendamos ¿para qué nos sirve un estudio sociométrico?… y he aquí la tan ansiada respuesta.
En términos generales, la sociometría permite tomar una radiografía de cualquier entramado cibernético, a partir de una técnica estadística denominada análisis de los componentes principales que reduce el número de variables de correlación de una serie de datos (Harré y Lamb, 1990), lo que permite representar los resultados en un retrato conseguido por un programa de graficación visual. De ahí que la imagen nos impulsa a reconocer la posición de los sujetos en una comunidad online, además de la estructura como tal (Sánchez, 1992). Podríamos decir que el ojo descrito, nos da la oportunidad de vislumbrar las tribus, los jefes de tribu (personas que poseen más vínculos e influencia) y las interacciones de cada individuo que integra el colectivo o grupo cibernético.
No obstante, para que esta técnica tenga relevancia, tenemos que ir más allá de reconocer la estructura y la posición de las personas, la tarea está en comprender el mapa sociométrico desde las ciencias sociales (psicología, sociología, antropología, entre otros). Las personas que realizan dicho estudio deben investigar y profundizar los perfiles virtuales adentrándose a las conversaciones de los participantes. El psicólogo, el antropólogo y el comunicador deben comprender la dinámica social mezclándose en la comunidad en línea por medio de la interacción vía online o cara a cara (entrevistas, análisis de contenido, etcétera); así como en la película de “Avatar”, cuando el personaje principal (Jake Sully) se inmiscuyó totalmente con el clan que residía en Pandora para entender su vida cotidiana.
Cambio de paradigma: las redes son la nueva geometría del mundo moderno, y por lo tanto, comprenderlas se ha convertido en la disciplina, como la cartografía hace siglos (Pisani, y Piotet, 2009). Sin embargo, recordemos que el valor de una red de comunicaciones no depende totalmente de su tamaño sino del valor de sus integrantes y las relaciones que éstos generen (Odlyzko y Tilly, 2005). Al final, la cuestión está en que comprendamos las redes interpretando el gráfico desde un punto de vista hermenéutico.
Luis Jaime González Gil