Al parecer Anaximandro (610 – 540 a.C.) no estaba tan perdido cuando argumentó que el agua, o como dirían lo científicos desde un lenguaje técnico: H2O, era el elemento o principio natural que originó la vida en el universo. Para el filósofo griego, había un esquema que explicaba de manera muy simple el surgimiento y la evolución de las especies: del agua caliente surgió el pez que más adelante engendró en su interior a los primeros niños. Era cuestión de que éstos estallaran, por su incapacidad de resistir al niño, para que aparecieran seres humanos suficientemente evolucionados para sobrevivir en un exterior de lógica sólida (la tierra). Sin embargo, no se trata de que creamos que el agua es el origen de la vida del universo, ni mucho menos que los peces son nuestros antepasados más lejanos, sino de vislumbrar que la lógica líquida sigue inmiscuida en nuestras formas de vivir y entender la sociedad.
Ya Bauman (2004), con su metáfora de lo líquido a su máximo esplendor, nos ha mencionado que en este siglo la modernidad se ha diluido, se ha transformado de una modernidad sólida (ésa de la era de Ford, en donde las empresas construían fortalezas comerciales e industriales impresionantes para subsistir en el mercado) a una modernidad líquida, de cambio y de la transitoriedad. La diferencia entre ambos periodos históricos es muy simple: los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo; mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente, fluyen como la desregulación, la flexibilización o la liberación de mercados.
No obstante, esto no significa que hayan desaparecido las relaciones de dominación, sino que resulta cada vez más difícil identificar su centro de operaciones: los supervisores y supervisados, el capital y el trabajo, los líderes y los seguidores, la guerra y los ejércitos. Tanto unos como otros se han mezclado, son un producto de la licuefacción: implicados en el mismo sitio (Monsiváis, 2004).
Por lo tanto, con el advenimiento de este tipo húmedo y fluido de modernidad se han producido una serie de transformaciones. Una de ellas, según Castells (1999), es la gestión de una nueva forma de estructura social asociada al informacionalismo. Fenómeno que ha generado que la estructura dominante se designe con la metáfora de la red, y asimismo, que haya nacido una economía informacional/global y una cultura de la virtualidad real. Ahora, las instituciones y las empresas deben de mudar de su estado hermético y fijo a otro en el que la fluidez de las tecnologías de la información y la capacidad cultural para utilizarlas son esenciales para los resultados del nuevo papel de producción.
He aquí el surgimiento de la empresa líquida: una forma de organización laboral regida por un nuevo sistema que se originó por la revolución que ha introducido la modernidad líquida y los elementos que la conforman: tecnologías de información e Internet. Por lo pronto, podemos decir que ha iniciado un proceso inverso en relación a la teoría del origen de la especies de Anaximandro. Hoy por hoy, pareciera que la lógica a seguir tiene que ver con un estado acuático permanente de las relaciones sociales (como si quisiéramos volver al mar); y específicamente en materia laboral, en un mundo en donde las empresas tienden a diluirse al abrir sus puertas: escuchar a los clientes, dialogar con ellos, participar en las conversaciones que éstos mantienen con otros clientes, e incluso co-crear sus productos o servicios con ellos (Pisani y Piotet, 2009). Incluso, si exageramos la idea, se trata de que ya no cuenten con datos internos, se deben almacenar los documentos en una nube (disco duro virtual), para que éstas tengan la habilidad de fluir, de mezclarse, de evolucionar en su totalidad hacia la era de lo incoloro, lo insípido y lo inodoro.
Luis Jaime González Gil
Email: luisjaime@antropomedia.com
Referencias
Bauman, Z. (2004). La modernidad líquida. México: Editores Fondo de Cultura Económica.
Castells, M. (1999). La era de la información: la sociedad Red. México: Siglo XXI
Monsiváis, C. (2004). Vislumbrar ciudadanía: jóvenes, cultura y política en la frontera noroeste de México. Distrito Federal: Plazayvaldes.
Pisani F. y Piotet D. (2009). La alquimia de las multitudes: cómo la web está cambiando al mundo. Barcelona: Paidós Ibérica.