¡Peligro! El eufemismo de la libertad ronda y ronda en las últimas décadas, muy bien equipado y disfrazado. Seguramente usted posee una tarjeta de crédito entre sus manos, ese plástico indefenso que le permite realizar cosas que no estaban a su alcance: viajar alrededor del mundo, comprar el nuevo aparato tecnológico, vestirse a la moda, etcétera, etcétera y más etcétera ¿se siente la libertad, no? Sin embargo, las cosas se pintan de una manera, y en realidad, funcionan a la inversa. Las tarjetas de crédito son la nueva manera de gobernar, de fijar a los individuos, de tenerlos controlados sin ejercer violencia alguna ¿Cómo? A continuación se lo explico.
En la época actual se ha construido todo un sistema político-económico para que poco a poco las personas, por la misma imposición, dejen de utilizar el efectivo. Hoy por hoy, se ha incrementado el número de sujetos que utilizan sus tarjetas para comprar artículos y pagar sus deudas pendientes. Cada vez más y más tiendas ya cuentan con extensiones o puntos de venta para que los consumidores ya no tengan que ir al cajero a retirar sus ahorros. Internet se maneja en la misma lógica: si quiere comprar vía online es imposible realizarlo sin una tarjeta de crédito, de modo que si todavía guarda su dinero en el colchón, ni modo, tendrá que ir a la tienda, en la calle tal.
¿Cuáles son las comodidades de este nuevo sistema? Muchísimas. Primero, usted ya no se tiene que preocupar por retirar su dinero, sólo se tiene que llevar un diminuto pedazo de plástico, y buala, puede comprar todo lo que desee. Segundo, puede llegar el caso en que ya no necesite de salir de su casa, con Internet todo llegará directo hasta su dirección, e incluso hasta su cuarto, si así lo desea. Tercero, puede disponer de dinero que aún no posee, ya lo pagará después, con intereses incluidos.
No obstante, hay que ver el otro lado, el del gobierno y control a partir de estos dispositivos bancarios. Si lo piensa, si usted utiliza una tarjeta de crédito está sujetado por mecanismos casi invisibles, disfrazados de libertad de compra, de un consumismo desbordado, y que si no le pone atención, tarde o temprano estará rindiendo cuentas, declarando deudas y fijado totalmente en las filas bancarias de los endeudados, morosos o miembros de la famosa lista del buró de crédito.
El camino es el siguiente: Banco –> Tarjeta/Deuda –> No Pagarla –> Buró de crédito –> Enemigo –> Fijan –> Pago de la deuda -> Mecanismos integradores -> De alguna manera está y vuelve al sistema.
Primero uno se integra al banco, después adquiere una tarjeta de crédito que utiliza a quemarropa. Más adelante, en caso de que no pague la deuda durante un tiempo considerable, es introducido al buró de crédito, y por ende, construido como un enemigo del banco que está en la mira de todos. A final, si paga lo que debe, lo que implica mucho trabajo, los bancos se encargan de reintegrarlo de nuevo al sistema, ofreciéndole nuevos créditos para que compre lo que quiera, cuando quiera, en donde quiera.
Todo un ciclo. A la vez que utilice las tarjetas está sujeto al sistema bancario, y por ende, debe realizar ciertas actividades para liquidar la deuda en la que se encuentre, lo que implica que tenga que trabajar para pagar su deuda, y que toda su vida se construya en nombre de los bancos (Relación Trabajo/Dinero – Banco/Deuda). El objetivo es, por tanto, una inclusión a través de la exclusión ( Foucault, 2007). Al excluirlo del sistema de créditos, por lo menos se le controla mediante un detallado reporte de sus actividades y el dinero que debe.
De tal manera, las instituciones bancarias (a partir de las tarjetas de crédito) no tienen por finalidad excluir, sino todo lo contrario: fijar y producir individuos aceptables (Domènech y Tirado, 2010). Ha comenzado el reino de la extitución, el de la superficie imposible de geometrizar, es decir, una amalgama de conexiones y asociaciones cambiantes. Ya no se combate al nomadismo, ahora se le impulsa, potenciando el movimiento y el desplazamiento que permite las tarjetas de crédito. No más encierro, no más reclusión, el movimiento ha dejado de ser un problema para el control. La observación minuciosa, el encierro, el castigo ya pasaron de moda. Ahora, la forma de gobernar es la gestión, la aplicación de instrumentos que permitan ahorrar tiempo para conocer algo más que el cuerpo, es decir, la psique y la conducta de los individuos (Domènech y Tirado, 2006).
Luis Jaime González Gil
Email: luisjaime@antropomedia.com
Referencias
Domènech, M. y Tirado, F. (2006). Extituciones: del poder y sus anatomías. Política y sociedad. V. 36. (p. 183-196).
Domènech, M. y Tirado, F. (2010). Biopolítica y comunidad en la sociedad del conocimiento: Lectura de Giorgio Agamben y Antonio Negri. Publicado en: Pablo de Marinis, Gabriel Gatti, Ignacio Iraxuxta (eds.) (2010). La comunidad como pretexto. En torno al (re)surgimiento de las solidaridades comunitarias. Barcelona: Anthropos
Foucault, M. (2007). El nacimiento de la biopolítica. México: Fondo de Cultura Económica.