Dicen por ahí que los números nos gobiernan; nos someten implacablemente sin respuesta alguna; nos conocen más que nadie, incluso más que nosotros mismos. En esta época, en la relación soberano-subordinado nos toca ser los últimos, y por lo tanto, el que consiga entrar en el reino matemático -con todas sus complejidades-, y principalmente, el que entienda la lógica de las sumas, restas, divisiones, ecuaciones y correlaciones siempre estará un paso por delante. Por algo Baker (2009) argumenta que ha llegado la hora de la venganza de los nerds, ha llegado la hora de los numerati, esos expertos matemáticos que saben todo sobre nosotros al dominar la complejidad 1, 2, 3, 4, ∞.
Para apreciar esto sólo hay que describir nuestro día. Tradicionalmente, uno se levanta, se baña y se va a trabajar. En el trabajo ingresa a una laptop, en donde manda y responde diversos correos electrónicos. Más adelante, durante el descanso del café, desde su celular le marca a una persona para fijar fecha y hora de la próxima reunión. Al mediodía, se escapa un poco del trabajo y compra algunos regalos desde su tarjeta de crédito. Y para terminar, en la noche se relaja leyendo temas de su interés vía online. Sea diferente nuestro día, sea que cambien un poco el orden de las variables el resultado es el mismo: ¡todo el tiempo estamos dejando huellas digitales (cookies), aunque lo ignoremos!
El hecho de estar en una cafetería y pagar con una tarjeta de crédito revela nuestra localización, nuestro gusto por el café, nuestra frecuencia en ciertos lugares, el tipo de café que consumimos, la hora en que lo tomamos, etcétera. Cada movimiento que realizamos en donde interviene una mediación tecnológica produce un registro que puede ser analizado posteriormente. Según un estudio realizado en el 2008 por la compañía comScore, en un sólo mes Yahoo registra ciento diez mil millones de datos sobre sus clientes, de modo que cada persona deja dos mil quinientas huellas diarias. Día a día, producimos un torrente de datos impresionante a través de cables de fibra óptica. Y lo peor de todo, es que los numerati lo saben, y no sólo eso, saben qué hacer con esa información.
Este grupo ha entendido que el control no está en la manufactura ni en la distribución, sino en el registro, la correlación y la síntesis de los datos que reflejan los movimientos virtuales de las personas que surgen sin imposición alguna. Veámoslo así, el creciente mundo de los datos que se desprenden de nuestras acciones es un laboratorio gigante de la conducta humana. En él, uno puede predecir ciertas conductas relacionadas al consumo, explicar las razones por las que una persona compra cierta ropa, indagar sobre las distintas correlaciones que surgen en las búsquedas web a partir de las rutas de navegación aplicando un método riguroso que logre economizar la información de manera adecuada.
Sin embargo, las matemáticas tienen sus limitaciones, y los numerati también lo saben: este grupo no sólo utiliza la estadística sino que ha conformado un equipo de psicólogos, lingüistas, antropólogos, biólogos, economistas para entender el comportamiento humano al cerner numerosos detalles de nuestra vida cotidiana. De tal forma, las matemáticas se utilizan para construir una plataforma de datos reducida, en la cual, el equipo multidisciplinario se encarga de analizar la información, es decir, operar con los datos desde una postura interpretativa global. Al final, lograr la claridad en el mar de datos que hemos construido implica un esfuerzo grande. Si los numerati lo consiguen podrán conocer todo sobre nosotros.
No obstante, esto no significa que seremos gobernados sin oposición alguna, no hay que pensar la situación desde un determinismo sociotécnico. Aunque es verdad que los matemáticos y científicos de la comunicación pueden crear magia, esto sólo se logra si sus fórmulas contienen información real y significativa procedente del mundo físico que habitamos. Siempre está la posibilidad de desbordar las lógicas dominantes, en este caso es muy sencillo: si uno se desprende de las actividades mediadas por algún chip, siempre estará fuera del alcance de los números. El poder de los numerati reside en nosotros, en nuestro fervor por interactuar a través de la tecnología, o en un caso extremo, en el camino construido por el mundo occidental al fomentar una economía sustentada por ordenadores y chips. Si logramos pensar y ejecutar formas tradicionales de comunicarnos (cara a cara), los números se quedarán cortos ya que no podrán encontrarnos ni comprendernos.
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Referencias
Baker, S. (2009). Los Numerati. México: Editorial Planeta Mexicana.