No memorizar: la solidez de las biografías en los medios sociales 

Bien dicen algunos teóricos que el estudio de la memoria ha superado sus antiguas barreras, o por lo menos se ha expandido metodológica y epistemológicamente al involucrar algunos elementos sociales que participan en su construcción.

Bien dicen algunos teóricos que el estudio de la memoria ha superado sus antiguas barreras, o por lo menos se ha expandido metodológica y epistemológicamente al involucrar algunos elementos sociales que participan en su construcción. En otras palabras, ya no se le piensa como un disco duro, tal como el que contienen las computadoras, o estos discos externos que se utilizan para guardar todos los archivos del cíber-mundo (fotos digitales, documentos en PDF). Ni tampoco se le estudia preguntándole a un sujeto que se encuentra enfrente la cantidad de números que se aprendió de una secuencia mostrada anteriormente. 

La memoria, hoy, se entiende como un proceso dinámico e indefinido, y por ende, ya no se analiza interpretando los desarrollos mentales sino las formas en que ésta se construye. Conceptualmente, ha tomado más la forma de la plastilina que la de un disco duro sólido (por sus características moldeables). 

Transformación de estado: ni líquido, ni sólido, ni gaseoso, el acto de memorizar es una especie de magma, a veces es líquido (cuando uno no recuerda nada y reconstruye la escena), de repente se desprende como el vapor del agua (esas veces que se relaciona un objeto con un recuerdo, o un olor con una persona), y en otras se consolida como una roca (tal como la historia en los libros de texto o la biografía de Facebook). 

Por lo tanto, el pasado, el futuro y el presente están en constante significación y definición. En buena medida, los primeros dos (pasado y futuro) se visten como lo quiere el presente; o en otras palabras, éstos adquieren su forma por el momento en el que la persona se encuentra. No es lo mismo que un individuo recuerde una ruptura (o a la misma expareja) cuando está empecinado en volver con su antigua pareja, a cuando se encuentra con otra persona compartiendo la vida. La cosa cambia. 

Sin embargo, si se le echa un ojo a la cíber-vida, pareciera que la metáfora del magma no aplica. Los recuerdos tienden a cosificarse, se empecinan a moldearse simétricamente y pierden sus cualidades magmáticas, de manera que se convierten en historia: relatos institucionalizados que tienen la característica de ser estáticos, de pretender ser objetivos, y que nos muestran el camino de la verdad. Tanto en Twitter y Facebook, la vida cotidiana (o lo que se recuerda de ella) se ha diluido al mundo del texto, solidificándose en palabras e imágenes ordenadas estructuralmente. Los acontecimientos del día a día han tomado la forma de la cíber-biografía: una historia virtual basada en una línea del tiempo vertical que regula las formas de recordar el pasado. 

Llámese cosificación de los recuerdos o fascinación por musealizar la memoria. Total, en internet la construcción de biografías genera una especie de museo en donde se presentan -con una velocidad impresionante- un cúmulo de recuerdos insignificantes, desechables y efímeros. Los momentos de la vida se depositan en publicaciones que tarde o temprano se pierden en el mar de información de la web, allá en la página 100 de Google. Con todo esto, el esfuerzo por tratar de recordar (en los que participan memoria y olvido) colectivamente por medio del habla se está difuminado, ya sólo se tiene que buscar en Facebook para localizar la fecha en que ocurrió la situación. 

En suma, se puede decir que los recuerdos están perdiendo sus características magmáticas, transformándose en datos virtuales re-tiesos y re-consistentes, tal como las mesas de metal. 
 
Pero ojo, dentro de tantas publicaciones lo que queda no es memoria, sino, lo contrario, historia cibernética. Para hacer memoria se necesita algo más: reconstruir el dato, cuestionar la publicación de un amigo, platicarlo con los demás para llegar a un acuerdo, legitimar una versión desde los estándares culturales que nos dicen qué es un buen y fiel recuerdo. Sólo así se logra memorizar: un proceso significativo, social, inestable y amorfo. Al recordar, el metal se puede fundir e incluso evaporar. 

Luis Jaime González Gil 
Maestro en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona y Director de eResearch en Antropomedia 
Email: luisjaime@antropomedia.com 

Referencias 

  • Vázquez, F (2001). La memoria como acción social: relaciones, significados e imaginario. Barcelona: Paidós. 
  • De Certeau, M. (1999). La invención de lo cotidiano: artes de Hacer.México: Universidad Ibeoamericana. 
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