En Internet los lugares han perdido su solidez. El espacio, tal como lo pensamos en la vida offline, se ha diluido al grado que no tiene un soporte material, el concreto para solidificar el terreno no existe. En otras palabras, podríamos decir que una de las características del espacio cibernético es el movimiento, lo líquido, y lo moldeable. Miles de web-sites, blogs, perfiles de medios sociales cambian drásticamente de dominio, o en el caso más extremo, dejan de existir, simplemente desaparecen en el limbo: el inconsciente de Google. De tal manera, la situación se vuelve un poco inestable; los lugares (sitios web) no siempre están en el mismo espacio virtual. Movilización de la Red sin límites. El hecho de tener la dirección no nos asegura encontrar lo que buscamos, las direcciones no son fijas como en la vida cotidiana.
Ahora bien, en esta lógica del movimiento existe una problemática: la diferenciación de lo público y lo privado. En los espacios virtuales, el límite no está tan marcado como en la vida offline. No existe el baño para delimitar lo privado y la calle para marcar lo público. Por esta razón, Facebook y compañía brindan la opción a las personas para introducir candados en sus perfiles: hay que tener cuidado, existe la posibilidad que se utilice la información personal para fines lucrativos o perversos. Por sus características móviles, la web no sólo trasciende las leyes de la física, sino también las lógicas que delimitan lo qué es lo público y lo privado.
¿Qué relación tiene esto con la investigación netnográfica en la web? Demasiada. Como investigadores tenemos que ser cuidadosos para establecer cuándo un perfil es público o privado. Y es aquí donde entra la ética: el proceso reflexivo en donde se recapacitan las implicaciones y efectos del proceso de investigación.
Podríamos polarizar nuestra perspectiva. Por un lado, pensar que todo el internet es un espacio público, ya que es como una biblioteca o hemeroteca. En realidad lo que los investigadores analizan son datos y no personas. Y por otro, pensar la web en privado, argumentando que la información le pertenece a las personas, y el hecho de analizar las conversaciones sin permiso alguno es un atentado contra su intimidad.
Sin embargo, propongo lo siguiente. Más que pensar lo privado y lo público como una propiedad del espacio, tratemos de concebirlos como formas de ser del espacio. Un espacio lo podemos considerar como público (o privado), si las prácticas y los discursos que lo describen lo establecen de esa manera. En este sentido, lo público y lo privado no son esencias fijas, más bien, son un producto de las interacciones cotidianas; éstos pueden cambiar con el paso del tiempo si se inmiscuyen en un entramado distinto de relaciones, o mejor dicho, si las personas, en sus relaciones cotidianas, las comienzan a concebir de otra manera. Por alguna razón misteriosa los perfiles cambian de privado a público constantemente, sus dueños no siempre los reconocen de una sola forma.
En este sentido, antes de investigar no hay que asumir a prioris sobre la naturaleza de los espacios. Más bien, hay que preguntarles a las personas la manera en que conciben su espacio virtual. Es en la negociación con los investigados dónde se pueden llegar a indagar un blog, un chat o un perfil sin perjudicar a terceros, sin transgredir la noción del espacio de sus integrantes. No es un asunto menor, la investigación en la Red tiene que considerar la manera en que maneja los datos, al fin y al cabo, detrás de esos datos se encuentra lo humano.
Luis Jaime González Gil
Maestro en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona y Director de eResearch en Antropomedia
Email: luisjaime@antropomedia.com
Referencias
Estatella, A. y Ardèvol, E. (2007). Ética De Campo: hacia una ética situada para la investigación etnográfica de internet. Forum: Qualitative Social Research. FQS 8(3), Art. 2.
Walther, Joseph B. (2002). Research ethics in Internet-enabled research: Human subjects issues and methodological myopia. Ethics and Information Technology, 4(3), 205-216.