El artículo, por sí mismo, está sobreevaluado o sobredimensionado. Generalmente se piensa que en el mundo de los blogs -y de los cíber-contenidos- lo que más importa es la estructura del escrito; así, si un bloguero es exitoso es porque sabe cuidar su redacción, su ortografía es impecable, escribe de manera amigable y precisa, conoce la temática que aborda, en fin, es un experto para manejar tanto las letras como para desarrollar y comunicar ideas innovadoras que nadie había pensado.
En este sentido, las personas que se adentran al mundo de los blogs, o que publican contenidos en su sitio-web o en sus medios sociales, tratan de emular la figura del escritor. Se concentran en las comas, los puntos, en la manera en que son coherentes con sus palabras, en la sintaxis, en su dominio en el tema, entre otros. Cuestiones fundamentales para expresarse de manera correcta y generar credibilidad en un tema particular, pero que no equivalen en absoluto a la lógica de los contenidos que se comparten una y otra vez por las tribus online.
Fenómeno muy común en estos tiempos: existe un ojo clínico en el texto, pero al mismo tiempo, hay frecuentemente un olvido de la comunidad online a la que le llega el contenido. Si lo que se pretende lograr es una cierta cantidad de visitas, lo trascendental no está en el conocimiento de un tema o en la manera en que uno sabe escribir, sino en si el tema es compatible con las tribus online a las que les llega el contenido.
En otras palabras, si uno desea introducirse como columnista-web, lo primero que tiene que hacer es mirar a quién le va a llegar el contenido, para así conocer a las personas que se encuentran del otro lado del monitor. Idea nada nueva, incluso está fuertemente arraigada en el sentido común; sin embargo, se suele olvidar por cierta manera egocentrista de ver los esfuerzos online: “lo que importa es lo que hago (escribo) y no tanto el que me lee”.
Por este camino lo que único que se logrará es tener un artículo cuasi-perfecto pero un alcance sumamente pobre en términos de reach o alcance. Pero ojo, esto no quiere decir que uno tenga que ir libre en el terreno de la sintaxis y la redacción, que no se tome en cuenta la ortografía, que no exista una preocupación por la forma de comunicar o que la experticia de una temática no se note en ciertos columnistas o escritores-web. Para nada, más bien, se está invitando a dejar un lado estas cuestiones sumamente importantes, para introducirnos a otras que trascienden lo textual que están apegadas más a la dimensión social del ser humano: los significados colectivos que se comparten en los medios sociales, las prácticas renuentes en el devenir cotidiano, los valores compartidos por ciertos grupos.
Se trata de ir más allá del escrito, de quitarse un poco la máscara de escritor y pensar en el lector. Así de simple.