Internet es sinónimo de movilidad y libertad. Y en efecto, cuando uno ingresa inmediatamente surge una sensación de que se elige lo que desea buscar, observar, subir o leer sin restricciones. Pareciera que uno puede ir por todos lados sin que exista un organismo (algunos lo llaman “Estado Opresor”) que esté regulando las acciones que se suscitan en el cíber-mundo. Incluso ahora no sólo se puede buscar información específica que en el mundo offline es reprimida tajantemente (por ejemplo: la defensa del suicidio), sino que también se pueden subir contenidos propios sin que exista el riesgo de una consecuencia negativa.
Al fin y al cabo, internet permite la anonimidad para envalentarse: tan sólo hay que ponerse una máscara en la foto de perfil, un sobrenombre o construir un avatar para empoderarse y publicar lo que se desea, con la certeza de que no habrá represalias o impedimentos a priori. El terreno de lo online y su mar ambiguo de perfiles permiten la expresión pura, la pluralidad de temas, y sobre todo, rompen con el control tradicional que se ejerce en las interacciones cotidianas no mediadas por un ordenador.
Sin embargo, al simplificar el tema la complejidad se pierde, y con ella, muchos de los elementos que permiten explicar las nuevas formas de control impuestas desde la producción y la normatividad de sujetos, y no desde la represión. El poder no todo el tiempo funciona desde la opresión y la negación, también produce sujetos y verdades desde la afirmación. Si bien internet permite que se navegue todo el tiempo sin impedimentos, esto no quiere decir que no exista un registro puntual de todos los movimientos que se realizan día a día o un control de lo que puede colgarse en la Red, y en definitiva, que se está creando una nueva forma de gobernar desde el disfraz de la libertad que muestra los hábitos de las personas sin un condicionamiento extremo y represivo.
Dispositivo de poder/saber. El saber genera una posición de poder; y el poder posibilita las condiciones para desarrollar un espacio que pueda ser registrado, examinado y analizado. En este caso, el reconocimiento de los movimientos y los contenidos que se muestran en la web permiten que algunos se estén privilegiando desde la voluntad (“libertad”) de los otros. Y asimismo, esta posición ya obtenida termina favoreciendo a estas personas para seguir estableciendo los límites de los espacios virtuales de expresión descarrilada. Es un proceso relacional e interdependiente.
Pensar el poder desde la represión hará que la sociedad se sienta libre. En cambio, si se entiende desde la formación o producción de individuos que deben estar arrojando en una plataforma virtual información sobre su vida personal, la cosa cambia. Cada palabra, cada “me-gusta”, cada contenido, cada blog es un recurso para ser analizado. El registro de todos los movimientos es la nueva cadena elástica en la que la sociedad está atada. Sólo se debe examinar el entorno para observar la cantidad de personas que en este momento están desde su dispositivo inteligente conversando y utilizando sus medios sociales, y por ende, darse cuenta de cuál es el nuevo grillete (Black Berry) del siglo XXI.