Manuel Castells y Jorge Luis Borges. De entrada, uno no se imagina que pueda haber la más mínima relación entre ambos. El primero, el sociólogo-red, se dedica a mostrar las características de la sociedad contemporánea (de los noventas), al deducir analíticamente, mediante una base impresionante de datos estadísticos, el modo en que los sistemas económicos-políticos y las nociones del espacio y tiempo están cambiando con la llegada de las tecnologías de información y comunicación (del industrialismo al informacionalismo).
El otro, escritor-poeta, ergo: más hábil con la pluma, traza ficciones que representan su preocupación e interés por el tiempo, la memoria, el espacio, el conocimiento, lo infinito, entre muchas otras interpretaciones que uno le puede dar a su precisa narrativa o poesía en donde, en cada enunciación o lectura, las palabras desbordan el texto en el que se encuentran impresas.
No obstante, aún con todas estas diferencias, efectivamente hay un punto de contacto o lugar textual (o simbólico) en el que las ideas de los autores se yuxtaponen, asemejan y empalman: la lectura de Castells al “Aleph Borgiano”.
Pese a su estilo empírico y estadístico, Castells confluye con Borges cuando piensa que Internet es un lugar donde todos los mensajes de toda clase quedan encerrados. Para el autor, la red se ha vuelto tan abarcadora, diversificada y maleable que absorbe el conjunto de la experiencia humana pasada, presente y futura. Esta urdimbre cibernética es muy similar o idéntica al “aleph borgiano”, que es descrito por el escritor argentino como un punto del universo donde están, sin confundirse, todos los lugares de la orbe, vistos desde todos los ángulos. Ahí cada cosa es infinitas cosas, porque claramente se le ve absolutamente todos los puntos del universo.
Se podrá negar esta idea argumentando que en el siglo XXI todavía hay poblaciones, tribus o personas (ancianos en su mayoría) ajenas a las nuevas tecnologías, que Internet no ha llegado a todos los lugares del planeta, y además que no toda la información que acontece allí es verdadera, y por lo tanto, no es real. Y de hecho esta crítica tiene su acierto, ya que es imposible que Internet, aunque sea enorme, tenga la capacidad de ser omnisciente y omnipresente. Su mirada también es parcial: siempre habrá un tema que se le escape, una predicción que no tome en cuenta o una versión que le dé primacía desde sus motores de búsqueda.
Pero esto no quiere decir que el mundo online no emule la lógica del aleph. Dentro del Big Data, pese a que los adultos mayores no tengan Facebook, Twitter o actividad online alguna, hay una cantidad considerable de datos estadísticos y demográficos colgados en la web que los toman en cuenta. Y por otro, sea o no sea verdadera la información, en realidad lo que se sube a Internet obedece a formas distintas de entender y narrar los acontecimientos, ligados a intereses personales que tienen un efecto “real” en el mundo físico (no importa que sean tergiversaciones de la realidad).
Entonces, sin radicalizar como lo hace Castells, resulta que existe un semi-aleph (Big Data) que atrapa, desde la voluntad de los usuarios, la cotidianeidad de las personas codificándola: algunos están cuantificando todas sus actividades cotidianas (correr, dormir) en estadísticas que comparten en medios sociales, otros indican qué les gusta y, una minoría, reporta los lugares que visita en el transcurrir de las semanas (Foursquare).
Este Big Data se está generando todos los días, y por tanto, la cuestión está en qué hacer con ello y cómo aprovecharlo. Una solución: este semi-aleph puede ser digerido con las herramientas o técnicas adecuadas para comprenderlo, y en suma, aterrizarlo a un objetivo de investigación: estrategias de marketing online, avances en el conocimiento del rendimiento de los cuerpos y organismos en pro de la medicina, entre otros… Todo depende de la creatividad del investigador.
Por Luis Jaime González Gil
Maestro en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona y Director de eResearch en Antropomedia
Email: luisjaime@antropomedia.com
Referencias
Borges, J. L. (2011). El Aleph. Distrito Federal: Random House Mondadori.
Castells, M. (1999). La Era de la Información. Vol. I: La Sociedad Red. México, Distrito Federal: Siglo XXI.