El color “gris” se apodera, poco a poco, del mundo en todas sus dimensiones. Y esto no sólo se refiere al color melancólico, anti-ecológico y triste de las ciudades modernas, o dicho de otro modo, al matiz de la estructura que proviene del concreto que se utiliza proliferadamente para edificar su forma, sino también señala la prioridad que se le da a las ciencias “grises” en la producción de conocimiento: tanto las ciencias naturales como sociales están fascinadas con incorporar todo el aparato metodológico y teórico que la estadística ha construido recientemente (por decirlo de alguna manera).
Un ejemplo. La psicología, en su modalidad gris, utiliza la disciplina estadística para establecer una normatividad numérica (media o promedio) de cualquier actividad humana: llámese inteligencia, rendimiento corporal o habilidades psicomotrices. Y no sólo eso, ya que esta marca en forma de dígito, le permite al experto o terapeuta argumentar, sin lugar a duda, que el que se encuentra en frente está bajo la norma -no necesita tratamiento- o fuera de la norma, de modo que inmediatamente necesita una intervención psicológica, psicomotriz, etc…
Si se retoma la historia, contada desde Foucault, se puede decir que este fenómeno comenzó entre los siglos XVII y XVIII, cuando la estadística se afirmó y consolidó en el surgimiento de la gobernabilidad, el Estado (la razón del Estado) y sus mecanismos de seguridad. En esta época, de una u otra manera, la forma de producir verdad se desplazó discontinuamente de las leyes que representaban la voluntad de los dioses o el rey, al reconocimiento de los elementos que componían al Estado: la población.
Iniciación de todo un arte de gobernar liberal. La estadística, etimológicamente, es el conocimiento del Estado, es decir, de su población (fuerzas y recursos; no territorio): medida de su cantidad, de mortalidad, de natalidad y estimación de diferentes categorías de riquezas virtuales para traducirlas en un conocimiento práctico y oculto que el soberano pudiera utilizar para gobernar al pueblo. Los datos estadísticos se consideraban secretos del poder que no debían divulgarse, los dominantes necesitaban una codificación precisa de lo que podía ser publicado y lo que no; se trataba de un saber que les permitía reproducir su poder, un poder/saber a modo foucaultiano.
Ahora bien, el cíber mundo no se aleja tanto de esta dinámica de poder/saber. La diferencia radica en dos cuestiones principalmente: las poblaciones físicas que antes se analizaban mediante sondeos y encuestas se han trasladado a comunidades online (o Estados Online, ¿por qué no?) que permiten el análisis cuantitativo y cualitativo de forma más efectiva y rápida mediante el registro de los movimientos de los cibernautas segundo a segundo. La tecnología actual permite una ampliación en la velocidad de la medición y el registro de los datos.
En segundo lugar, pese a que varios datos estadísticos nunca se revelan y se utilizan para espionaje por parte del gobierno o Estado (el secreto como mecanismo de dominación y transparencia), cada día se abren más aplicaciones y sitios-web para que cualquier individuo conozca, por curiosidad, las estadísticas de su actividad online, su influencia, su nivel de conexión, los temas que más hablan sus amigos, etcétera. Entonces, no hay ni un mar de datos accesibles ni restricciones totales (como en los siglo XVII-XVIII), sino un juego de apertura/clausura en el saber estadístico, atravesado siempre desde los intereses políticos-económicos y las relaciones de poder.
Internet es eso: la extrapolación de la población al mundo online, un espacio donde las fuerzas y los recursos del Estado, no en su totalidad, se han tele-transportado al espacio cibernético, lo cual, permite que la disciplina estadística funcione mejor. Entre los datos que se cuelgan a la red sobre el conocimiento de los países más las actividades de los usuarios, se está creando un conjunto de información que legitima y construye todo un mecanismo de poder/saber, abierto en ciertos asuntos y cerrado en cuestiones que permiten diseñar más un arte de gobernar neoliberal subrepticio.
Por Antropomedia
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Referencias
- Foucault, M. (2006). Seguridad, territorio, población: curso en el Collège de France: 1077-197. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.