Un relato de cómo una persona de 50 años (o más) entendió los medios sociales para vender.
Tener casi 50 años (o más) en la era digital no es fácil, es un problema a resolver. Muchos, apegados a sus valores tradicionales o estilos de vida, se han quedado atrás en cuanto a la tecnología e internet, de suerte que no entienden ni el uso que se le puede dar a los medios sociales (redes sociales), ni el alcance en torno al marketing que tienen estas herramientas milenarias que han sabido utilizar la naturaleza social del ser humano a su conveniencia.
Sin embargo, no todo está perdido. Existen formas de implementar esta experiencia de cinco décadas desperdiciada en este nuevo y confuso mundo online, hecho para los nativos digitales. Una de ellas, se presenta en este artículo, en el cual, un señor de 57 años, dedicado a la industria textil, narra cómo ha utilizado los medios sociales para vender su producto; aquí el relato:
“Empecé haciendo un perfil de Facebook, y para llenarlo de perfiles, desde el sentido común, se me ocurrió decirles a mis amigos y a mi familia que le pusieran me gusta (like). De este modo, ya teniendo todos mis datos actualizados, y algunos likes, comencé a publicar contenidos acerca de mi producto y a llenar mis álbumes de fotografías de ropa.
Meses después, para incrementar mis resultados, me atreví a incursionar en campañas de venta de pago por clic en Facebook, y al mismo tiempo, subí artículos, videos, fotos, dichos populares relacionados con mi producto y ciertas ofertas. Todo esto tuvo un efecto positivo: mi perfil de Facebook comenzó a tener cierto contacto con personas desconocidas (ya no familiares) que estaban interesadas en mi producto, al menos cada dos días.
Fue así que aproveché el momento de la siguiente manera: empecé a contestar todas las preguntas desde la misma plataforma de Facebook, siempre utilizando mi experiencia en cuanto a la construcción de argumentos para vender, forjada desde los pasos de la psicología de la venta (Like, Listen, Believe y Buy): se trata primero de generar un contacto agradable, después escuchar lo que el cliente quiere, luego convencerlo de que el producto es necesario y, finalmente, producir la compra.
Finalmente, cierro la venta: los mando a mi sitio web para que observen los productos y observen que la tienda es real y, cuando los siento ya convencidos, les doy indicaciones para la compra, o en dado caso, los persuado para que vayan al banco a realizar una transferencia. La verdad es que he logrado que un 5 % de los interesados me compren por este medio; el otro porcentaje siempre lo reciclo, es decir, le doy seguimiento, al grado que uno de ellos termina comprándome tarde o temprano.
Ahora, algunos consejos que han surgido a través de mi experiencia. Primero: tener tu propio sitio-web antes de un perfil en Facebook, si no lo tienes estás frito; es tu tienda online, es tu carta de presentación para generar credibilidad.
Segundo: es importante, para hacer tus campañas, conocer el perfil de tu cliente: su sexo, ubicación geográfica, edad, idioma, y sobre todo, cuáles son las palabras o temas clave que utiliza (esto se puede buscar en Google Adwords).
Tercero: para generar credibilidad en Internet debes dar información de tu empresa (horarios, teléfonos, correo dirección) con el objetivo de que comprueben que existes de verdad. Y por otro lado, pensar que el miedo no sólo se genera por la idea de que no les mandes el producto, sino también hay inhibidores distintos que se tienen que resolver: la talla (¿les quedará?, el tipo de tela (¿es el que quiere?), entre otros. Sólo así, además de incrementar el número de fans, también te enriqueces con sus respuestas, las cuales puedes utilizar en tus argumentos de venta futuros o en los testimoniales del sitio-web.”
Fin
Entonces resulta que la edad no importa a la hora de incursionar en estos medios, más bien la cuestión está en qué tanto te familiarizas con el medio online, y sobre todo, de qué forma construyes un esquema o estructura en forma de instrucciones (una estrategia). En este caso, sin tener conocimiento de marketing online, su primer paso fue tener un sitio-web, después abrir un medio social, invitar a sus amigos, trabajar en el contenido desde el conocimiento que tiene sobre sus nichos de mercado, y más adelante, cuando surge el interés, vender de forma directa para llevarlos al sitio web, y finalmente, a la compra.
Sin embargo, lo más valioso no está en sus pasos, sino en la modestia de su visión: todo el tiempo está pensando en cómo enriquecerse, o en otras palabras, en cómo entender a los nuevos consumidores online desde su propia voz o perspectiva. Cada conversación que entabla es un nuevo hallazgo, es un hecho que permite entender cómo vender, qué contenidos y cómo se deben publicar y las maneras de persuadir a los perfiles cibernéticos para la venta.
No es la edad la que determina el éxito en medios sociales, sino la dedicación, la mirada hacia el otro y la apertura hacia nuevos conocimientos.
Link blog: Espacios y ciberespacios – Antropología Digital | Marketing Online (antropomedia.com)
Espacios y ciberespacios
Siglo veintiuno, época de una dicotomía evidente a causa de los ordenadores. Con la llegada de Internet la dimensión espacial se ha separado, conceptualmente por supuesto, en dos formas o disposiciones muy distintas: el ciberespacio vs el espacio físico.
En una banda, se tiene el mundo de los objetos tangibles, ostensibles y empíricos, es decir, una distribución material que se comprueba más allá de la vista y el oído: con el tacto. Por eso en la obscuridad los sujetos utilizan sus manos y cuerpo para caminar, así reconocen y recuperan el espacio que se había extinguido, junto con las ondas electromagnéticas (luz) que, al interpretarlas, permitían observar y percibir el orden en el que se encontraban.
Y en la otra está el reino de los bits: un espacio digital/virtual engendrado desde toda una composición tecnológica, un universo creado en y por la luz (y el sonido); allí la percepción es meramente visual, y en ciertos casos, auditiva (el tacto no ayuda mucho), para estar ahí uno se tiene que asomar a la pantalla del aparato electrónico (ordenador) conectado por redes cibernéticas, o ponerse unos audífonos para escuchar lo que está ocurriendo dentro del dispositivo. Por tanto, sin la mediación tecnológica, que impide el tacto con lo que está más allá del monitor, estos sitios (comunidades online) no tienen posibilidad alguna de existir, no es posible cíber-poblarlos.
Sin embargo, a pesar de que en el lenguaje cotidiano y en algunos lugares académicos se piensen estas dos dimensiones desde lo dicotómico, en realidad tienen múltiples relaciones y conexiones que rompen esta separación binaria. Para Cristine Hine, Internet es un artefacto cultural, de modo que lo que pasa en el mundo físico moldea la realidad online. El cíber espacio es el producto de la cultura offline: son los esquemas de interpretación, los discursos y las prácticas sociales que ocurren fuera del ordenador las que conforman estas zonas regidas por la velocidad y la interconexión.
Castells, desde otra mirada, argumenta que la lógica de lo virtual está impregnada totalmente en el lado físico. Los lugares poco importan, ya que lo económico y político se regulan desde la superación del campo geográfico. Las nuevas tecnologías de información y comunicación producen que las estructuras de poder se materialicen desde la interconexión globalizada. Si bien los territorios son importantes, en buena medida han sido suplantados por una organización material de las prácticas sociales en tiempo compartido que funcionan a través de flujos. A la inversa de lo que diría Hine, aquí lo virtual regula lo offline.
Ni una ni otra. Conformación de lo virtual por lo real (Hine) y efectos del mundo cíber-interconectado en el físico (Castells). Se tiene que superar el pensamiento dicotómico para entender, desde lo simbólico, los modos en los que se presenta la disposición espacial actual. Por un lado, se tiene una herramienta u artefacto tecnológico derivado desde la cultura que se mueve en lo tangible, y por otro, un sitio geofísico que empapado del raciocinio de las cíberplazas-procesos. Más que exclusiones, interrelaciones. Hay espacios en los cíber-espacios, y viceversa: esta es la fórmula para estudiar las múltiples dimensiones del siglo XXI.
Por Luis Jaime González Gil
Maestro en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona y Director de eResearch en Antropomedia
Email: luisjaime@antropomedia.com
Referencias
Castells, M. (1999). La Era de la Información. Vol. I: La Sociedad Red. México, Distrito Federal: Siglo XXI.
Hine, C. (2004). Etnografía virtual. Barcelona: UOC.