Una descripción de los cambios afectivos a consecuencia de los medios sociales.
Una nueva era: antes (A.T.) y después de Tinder (D.T.). Resulta que el amor en tiempos modernos ya no es el mismo, éste se ha vuelto más líquido que aquel que Bauman había previsto. Internet ya permite que se busque una pareja mediante aplicaciones que posibilitan la indagación desde la geolocalización. De modo que la tarea del soltero(a) se ha simplificado: antes, en épocas sin Smartphones, el seductor o seductora tenía que ir a un lugar público en donde abundan los rituales de seducción y cortejo (bares, discotecas, antros, plazas), reconocer entre toda la multitud una persona que le pareciera encantadora, y sin darle muchas vueltas a su cabeza, acercarse, charlar, preguntar, y después de un número importante de minutos u horas, conseguir el teléfono o acompañarla a otro lugar.
Toda una coreografía que producía nervios, ambigüedad y competitividad entre los implicados(as) del lugar: había un riesgo de ser rechazado(a), y evidentemente, no se sabía a ciencia cierta si el juego de miradas y gestos previo al intento significaba una señal de entrada o simplemente una confusión por parte del que pretendía acechar.
Hoy las cosas son, aparentemente, más sencillas. Uno es soltero(a), y desde la comodidad de su casa se introduce a la aplicación para observar el catálogo de solteros(as) que hay dentro de su zona geográfica. Después de merodear un rato, y en el caso de que le agrade uno de los que observó, ahora sólo tiene que darle “me-gusta” al perfil y esperar a que el otro también le-guste el suyo, para generar el tan ansiado “match”, el cual, posibilita establecer ya una comunicación escrita. La simplicidad en su máxima expresión.
Pero, ¿qué repercusiones tiene esto?, es decir, ¿cómo configura las relaciones afectivas este cambio introducido por la tecnología?
1. El ritual de los gestos no tan certero se está perdiendo. Las relaciones van más al grano, y por ende, hay menos prácticas tardadas y confusas. El hecho de que alguien le haya dado like a un perfil (y viceversa) muestra al menos un interés físico por parte de las personas implicadas. Por tanto, Tinder facilita un poco la difuminación de la confusión o ambigüedad, al grado que la seducción se vuelve más rápida por el previo conocimiento de un agrado físico, o al menos, a las fotos que se cuelgan en la red.
2. Bauman en su libro “Amor líquido” hablaba de que en la actualidad los individuos ya no se relacionan, sino, se conectan. La diferencia radica en el nivel de profundidad: en la relación uno estaba implicado con la otra persona, se sentía en y por ella (terminar implicaba terminar una parte de uno mismo); en cambio, en la conexión uno está vinculado a un nivel menor, lo que facilita la ruptura ya que simplemente se desconecta al otro, tal como una grabadora. Viéndose así, es posible decir que Tinder permite que esto ocurra: si la cíber-pareja no agrada del todo se termina eliminándola o bloqueándola del mundo online; en este sentido, la tecnología produce relaciones de bolsillo a montones, esas que si no son útiles se tiran, como el papel a la basura.
3. Las oportunidades de ligar son aún mayores, y por tanto, la rapidez se vuelve el factor común de los que buscan una relación. Aquí ya no hay tiempo para rituales de seducción que duran meses. El gran catálogo permite desechar a los(as) participantes más lentos(as) o difíciles para irse con los(as) que establezcan mayor interés. Por tanto, “ciao” a los tiempos tardados de reconocimiento, si uno pestañea de más, se queda solo, ya que hay otro match que fue más hábil y rápido (palabra favorita del siglo de los bits a mil por hora).
Así, estos son algunos de los efectos de esta nueva forma de amor geolocalizable. Sin embargo, sería un error atribuir que lo dicho es un absolutismo o que la tecnología modula totalmente la relaciones afectivas. Ojo que dentro de este esquema de interacción hay personas que utilizan esta tecnología impregnándola de valores románticos que incluyen la lentitud y el reconocimiento (del alma) del otro para estar seguras que es su media naranja/alma gemela. El uso que se le de a la aplicación es que le dará un sentido a Tinder: podrá ser romántico o de bolsillo, dependerá de las masas humanas.
Antropomedia
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Referencias
Bauman, Z. (2005). Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Madrid: Fondo de Cultura Económica