Una reflexión sobre las maneras de investigar lo cotidiano.
Ir al recóndito mundo de lo cotidiano se dice fácil. La tarea consiste exclusivamente en mirar para otro lado, es decir, trascender las bibliotecas y laboratorios para ir al lugar donde las personas, los discursos, las prácticas y los objetos, todos en un movimiento salvaje que de repente pareciera una danza re-coordinada, se reúnen, disocian y yuxtaponen. Se trata simplemente de un cambio en el objeto y el lugar de estudio que permite que los investigadores olviden los cadáveres domesticados (sujeto “A” en laboratorio “101”) para adentrarse así al mundo que tiene la particularidad de ser sumamente dinámico, salvaje y desordenado.
Sin embargo, esta cuestión no es tan sencilla como parece. El simple movimiento en la mirada no es suficiente para estudiar la cotidianidad, se tiene que pensar también en las herramientas tanto teóricas como metodológicas. La calle por sí misma trasciende a los test, a la estadística, a los experimentos controlados, ya que éstos sólo miden el contenido, la repetición, mas no la forma imaginaria, configurante y móvil en la que se origina lo cotidiano; esto es, todos los modos de ser de las prácticas y discursos que mutan y se extinguen en el devenir y uso humano.
Del mismo modo, la lógica hipótesis-respuesta que impera en las ciencias sociales tradicionales fracasa por sus limitaciones conceptuales que trazan a las comunidades como entes estructurados, o en palabras funcionalistas, como sistemas que buscan todo el tiempo la homeostasis o equilibrio. De hecho, parafraseando a Shotter, considerar que el bullicio cotidiano y no oficial de la vida social consiste en estructuras y actividades fijas y empíricamente identificables, no es la mejor manera de concebirlo. Lo cotidiano carece por entero de una naturaleza plenamente desarrollada, éste está estructurado sólo parcialmente y abierto a un desarrollo ulterior, a una mayor configuración o reconfiguración.
En Internet las conversaciones e interacciones tienen esta misma lógica dinámica de la que habla Shotter. Todas se mueven desde el ámbito de lo espontáneo y móvil, es decir, van surgiendo y desapareciendo, se aproximan unas a otras, y no obedecen a una ley superior que las determine totalmente. Cada usuario tiene la capacidad de re-inventar su propio espacio, de usar de otro modo los sitios a los que se introduce, de cíber-comportarse de una manera no contemplada. Y en efecto, para explicar estas nuevas formas de apropiación y acción, se necesitan argumentos que no se entrampen de antemano en una imagen en particular o ya establecida.
Retomando a Shotter, la realidad siempre está en formación y nunca es completa, al grado que en todo momento nuevos aspectos de nuestro ser surgen del trasfondo de nuestra vida. Si bien es cierto que la calle y las plazas públicas online también están reguladas por convencionalismos y formas de habitarlas institucionalizadas, tampoco es mentira que en el hacer surgen nuevas formas de vivir en sociedad. Lo real (la cotidianeidad) es una invención, y es precisamente su capacidad de reinventarse e imaginarse de otras maneras, su cualidad principal que se debe tomar al momento de estudiarla.
Salir a la calle (online/offline) no sólo implica un cambio de mirada… sino también una cuestión meta-teórica y meta-metodológica, es decir, de pensar tanto los conceptos como métodos que moldean (o construyen) las respuestas que se encuentran en el mundo académico o de investigación.
Antropomedia
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Referencias
Shotter, J (1993). Realidades conversacionales. La construcción de la vida a través del lenguaje. Buenos aires: Amarrortu.