¿Cómo la literatura puede funcionar para entender Internet?
Hipótesis número 43: “la literatura tiene mucho que enseñarnos (contarnos) con respecto a la comprensión del mundo online, pues puede ser utilizada como una herramienta imaginativa/colaborativa para investigar este imperio reticular neoliberal”. En efecto, más allá de las herramientas que podemos obtener de todos los densos libros filosóficos, conceptuales y metodológicos, existe una cantidad de obras literarias que entrelíneas plasman mapas conceptuales metafóricos del espacio y las dinámicas online, o en el caso de que el lector sea más creativo, edificios analógicos que funcionan como marcos teóricos.
Por ejemplo, tomemos a Borges desde la mirada de Castells. Su idea del Aleph nos permite describir la red cibernética desde lo infinito. Internet, visto desde aquí, es un punto del universo donde están, sin confundirse, todos los lugares de la orbe, vistos desde todos los ángulos. Ahí cada cosa es infinitas cosas, porque claramente se le ve absolutamente todos los puntos del universo. Tenemos así la extrapolación de una idea a un universo online, lo cual, nos permite hallar un cíber-aleph epistémico para trazar un modo de ser del espacio digital como un a priori para investigar sus dinámicas.
Ahora, vayamos a la ciudad de Calvino denominada Ersilia. De suerte que tenemos que dejar el campo de este artículo:
“En Ersilia, para establecer las relaciones que rigen la vida de la ciudad, los habitantes tienden hilos entre los ángulos de las casas, blancos o negros o grises o blanquinegros según indiquen relaciones de parentesco, intercambio, autoridad, representación. Cuando los hilos son tantos que ya no se puede pasar entre medio, los habitantes se van: se desmontan las casas; quedan sólo los hilos y los soportes de los hilos”.
Resultado: desde una simple analogía, esta ciudad literaria nos permite dibujar lo que ocurre en los sitios-web y los perfiles de Social Media en cuanto al tejido digital-social humano. Desde luego, estos espacios virtuales se conforman en y por los vínculos humanos o, tomando prestada la arquitectura de esta ciudad invisible, en y por los hilos formados que indican las relaciones de parentesco, intercambio… Ahora, al igual que en Ersilia, cuando hay una saturación en Internet, los perfiles abandonan el sitio web o medio social (la ciudad), dejan rastros de sus conexiones (hilos) y comienzan a construir otras en espacios cibernéticos distintos. Sólo pensemos la emigración de MySpace a Facebook: Ersilia-MySpace se abandonó (dejando los perfiles conectados/abandonados) y se importaron las tribus online a Ersilia-Facebook.
Finalmente, enfoquémonos en una frase de Bolaño que desde la comparación metonímica nos permite vislumbrar cómo se comparten los contenidos en Internet: “hay que dejar un libro de geometría colgado a la intemperie para ver si aprende cuatro cosas de la vida real”, a ver qué queda de éste con el transcurrir de los días.
En realidad, si pensamos a Internet como un gran libro, podemos deducir que las prácticas de consumo que se originan en estas cíber-páginas, no son una cuestión que se pueda discernir con los ojos del raciocinio o la dinámica funcionalista. Nada de eso, recordar, como dice Fernández, quiere decir volver a sentir otra vez con el corazón. Cuando leemos un contenido cibernético, lo re-pensamos desde nuestra vida cotidiana, esto es, desde lo familiar: sólo tomamos ciertas partes que nos llamaron la atención afectivamente, lo demás lo olvidamos. Y tal como el contenido que involucra al libro colgado de Bolaño, las páginas que conforman al libro-Internet colgado, al exponerse al mundo cotidiano, “aprenden de las cosas de la vida real”: algunas se ensucian, se rompen, se deshacen, se evaporan y difuminan con el paso del tiempo (ya no aparece en los motores de búsqueda).
Moraleja número 43: juguemos un poco con nuestras formas de acercarnos a Internet. Esto no significa olvidar o negarse a utilizar los elementos e instrumentos teóricos y metodológicos; las relaciones de poder de Foucault, las resistencias de De Certeau, el habitus de Bourdieu, Castells y su Era de la Información y la Etnografía Virtual de Hine son teorías y métodos que permiten estudiar la Web de forma interesante y profunda. Sin embargo, la literatura nos permite ser un poco más creativos para ver esos espacios o fenómenos que son invisibles para la teoría y metodología, tanto por sus límites conceptuales como el rigor metodológico que conllevan.
Por Luis Jaime González Gil
Maestro en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona y Director de eResearch en Antropomedia
Email: luisjaime@antropomedia.com
Referencias
Bolaño, R. (2004). 2666. Barcelona: Editorial Anagrama.
Borges, J. L. (2011). El Aleph. Distrito Federal: Random House Mondadori.
Calvino, I. (1972). Las ciudades invisibles. Buenos Aires: Siruela.
Castells, M. (1999). La Era de la Información. Vol. I: La Sociedad Red. México, Distrito Federal: Siglo XXI.
Fernández Christlieb, P. (2004). La sociedad mental. Barcelona: Anthropos.