Una propuesta metodológica y epistémica para entender a Internet desde las ciencias sociales.
Nuestro mundo se instituye por hilos que entretejemos asiduamente. Hilos que fundan e instituyen, a gran escala, una urdimbre de hebras largas y delgadas de carácter simbólico. No obstante, la cuestión es que estos hilos casi no se aprecian, son cuasi-invisibles porque son sumamente etéreos: con el paso del tiempo los olvidamos, los dejamos en el pasado, se nos disipan, y después de un largo tiempo, ya no los podemos localizar o ni siquiera los tenemos presentes.
Pero ¿qué es un hilo? Un hilo, desde esta forma de ver, es cualquier tipo de relación que se establece entre dos elementos, la unión entre un elemento A con un elemento B (A — B). Más claro: cuando se establece una conversación entre dos personas, allí hay un hilo; cuando una persona le grita a otra, se forma otro hilo; y en el momento en que un individuo acaricia a su perro también se crea un hilo, aunque sea distinto por la interacción humano-perro. En suma, el hilo lo podemos pensar como sinónimo de vínculo, relación, lazo, o conexión humana, semiótica o material.
En este sentido, para estudiar la realidad tendríamos que pensarla como una red ontológica que conecta a personas con personas, instituciones, organizaciones, animales, ideas, conceptos, tecnología, entre otros. Dentro de esta red, habría hilos que representan las conexiones y nodos que personifican a los sujetos o actores no humanos (conceptos, por ejemplo). Y finalmente, este entramado de nodos e hilos conformarían la estructura social en la que nos encontramos inmersos. Estructura que, según ciertos autores, sería trabajo de cualquier científico social trazarla o dibujarla mediante palabras o imágenes para comprender ese entorno, comunidad o tribu que representa.
Ahora bien, con el advenimiento de Internet (el cual ha permitido el surgimiento de las comunidades online), podemos convertir estos hilos invisibles en lazos tangibles de manera automática, y ahorrarnos, de suerte, la labor artesanal, investigativa que requiere mucho tiempo por lo minucioso que es. En el cíber-mundo toda conexión (acción online) es susceptible a medición o exposición gráfica. De hecho, el espacio cibernético tiene la cualidad de medir, registrar y guardar los acontecimientos de conexión (hilo) en el momento en que se están realizando, es un evento en vivo dirían los comentaristas de fútbol. En pocas palabras: ahora, gracias al avance tecnológico, las comunidades online pueden mostrarse mediante grafos que cosifican esos hilos intangibles e inmateriales en aristas y traducen a las personas en nodos, tal como la imagen del inicio.
Todo esto implica un ahorro de tiempo, y sobre todo, la consumación de los hilos cibernéticos como un nuevo objeto de estudio en las ciencias sociales. Los mapas sociométricos (como el de arriba) son un terreno tangible y representativo que se puede utilizar para investigar los fenómenos sociales desde la identificación de lo que une a las personas -el pegamento colectivo-. Tenemos, así, las herramientas tanto teóricas como metodológicas para comprender la red humana no desde los individuos por sí mismos, sino desde lo que los articula.
El mapa (y el estudio de su estructura) nos permite pasar de una forma de estudiar entidades separadas que de repente se conectan a una red de ensamblaje: lo que está entre las personas, instituciones, animales u objetos. En suma, gracias a los avances teóricos como tecnológicos, pasamos de preguntar acerca de quiénes son estas personas a otro tema: qué es lo que las une, esto es, ni A ni B, sino lo que se encuentra entre A y B.