Del virus al bot 

El nuevo virus ha sido procreado en la propiedad Web 2.0.

Una reflexión sobre el fenómeno de los bots en Internet. 

El nuevo virus ha sido procreado en la propiedad Web 2.0. Empero, ya no es un malware destinado a alterar el normal funcionamiento del ordenador, ni busca un desequilibrio en el sistema de los ordenadores, sino, metafóricamente, trata de emular al virus biológico que se introduce y multiplica en las células humanas (en este caso sería a nivel colectivo): influir en las decisiones de los demás, construir espejismos de fanatismo (millones de followers), crear tendencias o trendings topics producto de la percepción y enunciación de las masas. Influir y cambiar comportamientos, dicho concretamente. 

Hubo, por tanto, una mutación informática, en la cual, el virus se ha transformado en el bot: un nuevo ser que emula ser un perfil, son una especie de hologramas que parecen personas de carne y hueso y que se conectan y actúan en la Red. Es la nueva peste. 

Algunos especialistas estadísticos dicen que 1 de cada 20 perfiles en Twitter es falso, y en el caso de Facebook: 1 de cada 100. Total, el bot se ha convertido en una práctica concurrente. Existen empresas que se dedican a vender perfiles como seguidores a las marcas, equipos políticos que tienen sus bunkers de bots para generar tendencias en Twitter en contra de sus candidato, personas fanáticas que inventan los perfiles de sus artistas, o individuos que, por algún resentimiento, buscan profanar con la identidad virtual del otro, creando una cuenta falsa desde las fotografías y la información que el “otro-enemigo” publica. 

Entonces resulta que tenemos aquí un fenómeno social, por no decir humano. Es decir, para comprender esto tenemos que dejar de pensar en términos tecnológicos, para vislumbrar las razones colectivas por las que las personas se han empeñado a construir bots. 

Como respuesta, autores coinciden que el eje central es que estos medios “sociales” han dejado de ser simplemente sociales para convertirse en un lugar donde se concentra capital económico. Estratégicamente se han vuelto medios de branding para generar fidelización, o ventanas para que en el sitio web ocurra la captación o ventas; al grado que los perfiles sólo compiten por likes, shares y comments o generar trendings topics, e incluso hay empresas (tal como la imagen: “comprasocialmedia.com”) que venden interacciones y likes para lograr competir, o al menos, crear un espejismo de grandeza.   

En suma, se ha introducido una lógica consumista (de contenidos, principalmente) que produce que tanto las empresas, las celebridades, los equipos de fútbol, los políticos, e incluso, los perfiles de personas no reconocidas compiten desde la fabricación de bots para ganar fans o likes (ego para las personas). Todo esto se ha perfeccionado desde lo que permite Internet en cuanto a la presentación de la persona. Desde luego, los medios sociales posibilitan tanto el anonimato como la edición constante de nuestras imágenes sin que el otro pueda constatar si realmente somos los que nos mostramos en la foto de perfil. Este hecho propicia que se puedan construir bots más humanos, es decir, bots que parezcan personas verdaderas por la utilización de toda la gama de imágenes humanas que se encuentran en la Web. 

Las redes cibernéticas han sido trastocadas por la misma lógica o estructura capitalista que se encuentra en las redes offline. Esto resulta obvio ya que tanto la realidad offline como la online se alimentan entre sí, lo cual, se traduce en la edificación de las plazas públicas virtuales (en donde las conexiones humanas se generan) desde la competencia, el ego, la relevancia, el espectáculo y la producción de capital cultural que se transforme en un bien económico, tarde o temprano, más temprano que tarde. 

De ahí la relevancia del bot: es un ser que permite crear, como se dijo al inicio, un espejismo de poseer millones de fanáticos, de ser un trending topic, de desconfigurar la figura del otro; es una palanca que falsea la red, y en ocasiones, influye a las masas o colectividades. Sin embargo, así como es fácil construir un bot, también es fácil identificarlo. Facebook y Twitter tienen su propio método; Antropomedia, metodológicamente hablando, también. 

La pregunta que se desprende es cuántos bots te siguen, y tú no lo sabes. Imaginen si un community o brand manager pudiera detectarlos, tendría así una ventaja estratégica sobre los demás: un mapa real de lo que acontece en este mundo neoliberal lleno de perfiles reales y perfiles falsos, lo cual, le daría pistas en dado de una crisis en Social Media (¿Son perfiles Reales o Falsos los que están hablando de la cuenta negativamente?),  y a la vez, una inteligencia panorámica para determinar la calidad de la comunidad online que está generando (¿son perfiles reales los que siguen la cuenta?). 

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