El lenguaje silencioso en Internet 

Las palabras no lo son todo, hay otras formas de “hablar”, de “comunicación humana” igual de trascendente.

¿Cómo interpretar el lenguaje silencioso que modifica las interacciones en Internet? Aquí una serie de pistas desde los escritos de E. Hall y la figura de Sherlock Holmes. 

Las palabras no lo son todo, hay otras formas de “hablar”, de “comunicación humana” igual de trascendente. También lo no verbal comunica pero desde un plano diferente: se despliega desde una dimensión que se muestra desde lo oculto, implícito y subrepticio, esto es, en el terreno de la connotación. Especie de mutismo colectivo e inconsciente, paradójicamente parlante/comunicante, que se debe investigar desde una postura distinta al que se  ha establecido para entender la situaciones con lenguaje. 

Edward T. Hall, antropólogo estadounidense, menciona que para leer este tipo de mensajes mudos, uno debe operar tal como el personaje principal de Arthur Conan Doyle (Sherlock Holmes). En sus casos a investigar, Watson, fiel acompañante de Holmes, relata cómo este detective se enmarca desde la ciencia de la deducción, es decir, a partir de una mirada teórica y metodológica que se concentra en los elementos no discursivos, esas diversas maneras en que los individuos hablan sin hacer uso de palabra alguna. 

El ojo sumamente receptivo y abierto de Holmes no necesita escuchar a nadie para reconocer inmediatamente lo que les ha acontecido. Este personaje, según la interpretación de Hall, observa una dimensión oculta (lenguaje silencioso) que se encuentra en la postura de los sujetos, en su modo de moverse, en los objetos que portan, la indumentaria, las manchas, las miradas, las posturas, el tiempo, el espacio, entre otras. Se instaura, al abrir el párpado, como una mirada minuciosa que relaciona lo que observa con la cultura londinense (o las que ha estudiado) para, en este sentido, determinar lo que ocurre, ocurrió o va a ocurrir. 

El silencio, de repente, dice mucho más que las palabras, es cuestión de observarlo detenidamente e interpretarlo semióticamente. De hecho, este silencio adquiere significado, sí o sí, desde la cultura en la que se encuentra; esta última entendida como una forma de comunicación: un sistema semiótico que funciona como un universal parcial (por depender de esa situación) que le otorga un significado a las interacciones silenciosas o no silenciosas que se dan en un punto temporal y espacial. 

Un ejemplo de lenguaje silencioso desde el mismo autor: el tiempo. En concreto, por poner sólo un caso, las diferentes partes del día hablan todo el tiempo: en muchas culturas, sobre todo la norteamericana, la hora es muy significativa en ciertos contextos, puede indicar la importancia de un evento. Si se telefonea a alguien en la mañana muy temprano, o mientras desayuna, o muy en la noche, la hora de la llamada indica, en términos generales, un asunto de máxima importancia o urgencia extrema. El hecho de que exista una interacción a cierta hora produce que las personas conciban que la situación amerite una reacción rápida. No se necesitan palabras para entender el acontecimiento, estas si se enunciaran, serían una especie de prolegómenos o basura lingüística, demasiadas obvias para expresarse. 

Ahora, ya entendiendo esto, habría que pensar cómo este tipo de lenguaje se ha insertado en la época Web 2.0. ¿Acaso en Internet habrá un lenguaje silencioso? La respuesta es sencilla si partimos que la Red no produce una cíber-cultura distinta o diferente, sino que es la misma cultura offline (forma de comunicación), pero en su modalidad cibernética, es decir, mediada por la tecnología (lo cual le da su particularidad, pero no su independencia). 

Piénsese en el ejemplo del tiempo. También en los canales Social Media se interpretan las respuestas asincrónicas, de carácter no inmediato. Las personas cuando escriben en un chat o en un medio social no se escapan de la lógica de la hora: si se escribe en la madrugada un mensaje en Facebook, y la persona que lo recibe ve que le llegó, lo más seguro es que interprete este acto, antes de leer el mensaje, como sinónimo de urgencia, de que algo sucedió, y por tanto, que debe ser atendido de inmediato. Por más que sea cibernético no se puede desprender de la lógica temporal-cultural en la que habita.  

También el hecho de contestar en los chats en un tiempo muy prolongado puede decir algo. En ciertos momentos que la persona conteste cada dos horas, o cada dos días, se asume como una falta de respeto o una carencia de interés hacia el emisor inicial. Práctica no discursiva que Facebook y WhatsApp han sabido identificar, exponiéndola desde el “visto” y la “palomita azul”. Mejor dicho, desde lo teórico: tanto el “visto” como “la paloma azul” son formas icónicas y textuales que visibilizan este lenguaje silencioso del que nos habla Hall y otros teóricos. 

Luis Jaime González Gil 

Maestro en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona y Director de eResearch en Antropomedia  

Email: luisjaime@antropomedia.com 

Referencias 

Hall, E. (1959). El lenguaje silencioso. Alianza Editorial: Madrid. 

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