Una reflexión sobre las prácticas cibernéticas de presentar a la persona.
El yo, ese invento del siglo XX, como diría el sociólogo Durkheim, cada vez se cosifica más, se produce más, se ensimisma y, paradójicamente, se comparte más. En efecto, la figura arquetípica del narciso ya no sólo se observa en el lago para contemplarse sin preocupación por el exterior. Existe ya un proceso proliferado de descentralización del reflejo del lago en donde Narciso se produce y edita a su gusto, y sobre todo, en el mismo acto, gracias a las tecnologías digitales, lo comparte con los que se encuentran alrededor; una híper-realidad argumentaría Baudrillard. Las acciones online, en general, son parte de un show en el que se desea simular y aparentar desde un figura de identidad coherente.
Los medios sociales (redes sociales) permiten que la persona enfoque su voluntad hacia la edición de su cuerpo en términos estéticos, y al mismo tiempo, producen que en el acto también lo observen los demás. Hay una especie de híbrido privado-público que difumina un poco la dicotomía establecida tradicionalmente entre estas dos dimensiones. Por ejemplo, si un joven escribe un mensaje en el perfil de Facebook de otro, no sólo le está hablando a éste, sino que además sabe (consciente o inconsciente) que hay un estadio que lo escucha, un teatro goffmaniano que está de espectador, lo que implica que las acciones online las piense, edite y reflexione más que las offline-privadas, y sobre todo, que surjan nuevos fenómenos como el Narcissist Decoy.
En específico, dicho concepto se refiere a la manera en que las personas se presentan en los medios sociales (a su público espectador) desde la lógica narcisista esbozada anteriormente. Sin embargo, a diferencia de muchas imágenes en las que se presenta el yo (selfie) nada más, en esta ocasión se trata de una práctica en la que no sólo se cuelga la imagen, sino que se le añade una frase o texto que no tiene ningún anclaje con la figura. Cuestión que funciona como un distractor o señuelo lo que facilita el permiso social para que el usuario pueda presentarse de forma narcisista en los medios digitales.
Es una forma de producir el yo en donde la imagen se vuelve más atractiva o adquiere la connotación del texto escrito en la publicación. Total, se difracta la atención, al grado que la presentación visual-pictórica ya no es el único elemento a tomar en consideración, sino también el texto que la acompaña y la impregna de cierto significado.
Finalmente, esta lógica narcisista no es una cuestión únicamente que le compete al individuo, sino también tiene que ver con una estructura social y cibernética que facilita la exposición del yo con señuelos. En el mundo de la obtención de likes, la exposición, producción y el culto a la autoimagen y del híbrido público-privado, se producen formas distintas de mostrarse, es decir, maneras de construir una figura desde lo hiperreal, desde el simulacro y el espectáculo. De ahí que las marcas (Coca Cola, Starbucks, etc) se hayan introducido con sus páginas, funjan como perfiles coherentes utilicen frases de autores para ligarse hacia ciertas connotaciones (algunas veces lo logra, otras fracasan).
Vale decir que sería erróneo pensar este fenómeno desde el individuo (esto ocurre no sólo por el que cuelga su fotos sino también por los cíber-aplausos o likes que incentivan estas prácticas), y sobre todo, desde consideraciones morales y estigmatizantes que se originan desde la persona que publica (generalmente, no tiene que ver con patologías o estupidez humana).
Antropomedia
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Referencias
Baudrillard, J. (1978). Cultura y Simulacro, Barcelona: Kairós.
Goffman, E. (1987). La presentación de la persona en la vida cotidiana. Madrid: Amorrortu- Murguía