Una reflexión sociológica del botón me gusta.
Suenan las alertas. Se dice que el mundo digital ha penetrado con toda su fuerza en el offline. La razón: la ciudad ha sido invadida por Pokemones, esos seres que por su carga nostálgica y su estética magnética producen inevitablemente que los ciudadanos muten a maestros Pokémon, todo para capturarlos, admirarlos y presumirlos. Veredicto: Nintendo es el genio de la nostalgia, nadie puede con los personajes que posee: sean inventados o adquiridos por alguna licencia o compra definitiva. Segundo Veredicto: Pokémon Go ha visibilizado de forma tajante que la brecha online/offline es un mito; la realidad aumentad (RA) está logrando que el entorno físico se mezcle con los datos informáticos, con los seres digitales.
Sin embargo, esto no es nada nuevo. Desde la década de los noventas varios sociólogos han argumentado que esta brecha entre lo digital y lo real es una forma de ser, de establecerse, no una dicotomía establecida desde lo falso y verdadero. En efecto, el uso de Internet y de las tecnologías digitales han cambiado la manera en que los seres humanos forman grupos sociales, sienten, y piensan la realidad, sin la necesidad del lugar físico como plataforma que sustente dicha interacción (Smith y Kollock, 1999).
Por tanto, los Pokemones que circulan por la calle, que han provocado accidentes “reales”, y por ende, han generado que ciertos gobiernos manden comunicados sobre las consecuencias negativas de andar con los nuevos binoculares (Smartphones) persiguiendo animales-digitales, no son la consecuencia de un hoyo negro que permite una nueva permeabilidad. Ya desde antes estábamos inmiscuidos de lo digital, ya desde antes había otros Pokemones, sólo hay que pensar en Tinder (cuántas relaciones se han consolidado desde esta aplicación), y sobre todo, en el “me gusta” de Facebook como hermano de Bulbasaur.
Profundicemos. El me gusta también tiene consecuencias en el mundo real, ha producido un mundo feliz del que habla Huxley en su novela: no es que hayan desaparecido las relaciones familiares, o las nociones de maternidad, paternidad y de filiación, sino que se ha edificado una sociedad erótico-publicitaria en la que la sociedad se empeña a organizar el deseo en clave positiva, en aumentarlo en proporciones inauditas. Y sobre todo, se le ha añadido algo más que Huxley no contempló: la individualidad (el yo sobre todas las cosas) como motor principal para la consumación del deseo desde el botón me gusta (reemplazo del soma huxleyano).
Este mundo feliz es el neoliberalismo actual, el capitalismo del me gusta (Byung-Chul, 2014). Este se vuelve la búsqueda principal de las actividades que mezclan el mundo offline y online. Viajes que se piensan fotografías para compartir, comidas que son más símbolos detallados desde el zoom que alimentos que van al paladar. Todo tiene que ser contabilizado en likes, y en especial, en clave positiva, incluso las críticas. Como dice Rivera, ahora los que quieran protestar se pueden abrir su propia página anti-todo para acumular “Me gusta”, en lugar de ir a molestar a las páginas pro-todo.
Especie de mecanismo de positivación que permite domesticar el poder crítico de cualquier protesta social. Y a pesar de que ya hay otras opciones que Facebook ha implementado (“me enoja”, “me entristece”), muchas veces se traducen a “me gusta que te enoje”, “me gusta que te ponga triste” en el caso de una noticia que produzca odio y tristeza nacional. Like sobre todas las cosas.
Desde antes de Pokémon Go, había un animal-digital más poderoso que Mewtwo, el cual, todo el mundo se empecinaba a buscar y encontrar: el me gusta. No es que la realidad aumentada por fin quebró las dos dimensiones trayendo a estas hermosas criaturas que nos han convertido en “neo-zombis”, ya antes parecíamos personajes de Walkind Dead, y en especial, ya había otros seres cuasi-imperceptibles dentro del bosque reticular cibernético que nos sometían desde la seducción al mundo en clave positiva: ese territorio en donde las cosas valen la pena desde la recolección y generación de likes.
Antropomedia
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Referencias
Byung-Chul, Han. (2014). Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Barcelona: Herder.
Houellebecq, M. (2002). Las partículas Elementales. Barcelona: Anagrama.
De Rivera, J. (2015). Un análisis sociológico del me gusta. Recolectado: http://sociologiayredessociales.com/2015/11/analisis-sociologico-del-me-gusta/