La mutación del oficinista: el entrepreneur explotado 

Dos animales: el topo y la serpiente. Mundos distintos: uno mamífero, el otro reptil, pero ambos representan un  mismo concepto de distinta manera: el poder.

Una reflexión acerca de las consecuencias de la nueva lógica de poder reptílica. 

Dos animales: el topo y la serpiente. Mundos distintos: uno mamífero, el otro reptil, pero ambos representan un  mismo concepto de distinta manera: el poder. Según Deleuze citado en Byung-Chul, estas criaturas permiten entender metafóricamente cómo operó y opera el poder en el último siglo. El topo es el animal de la sociedad disciplinaria foucaultiana: la del encierro, la escuela, el cuartel y el periodo militar. La serpiente representa a la sociedad post-disciplinaria, la  deleuziana, esto es, la de la era del control de la psique y la vigilancia desde el mismo movimiento y voluntad de las personas. 

En concreto, el autor francés comenta que en esta época hay una crisis general de los entornos de reclusión descritos por Foucault. La razón: por su carácter cerrado y rígido, que no es adecuado a las formas de producción inmateriales y en red, ya que presionan hacia una mayor apertura y desterritorialización. En lo neoliberal, el encierro no permite la construcción del cuerpo dócil hípercontado y movilizado que se necesita, más bien se necesita un dividuo-red que mediante sus propia actividad posibilite el surgimiento de nuevas formas de control y poder reptílicas. 

En concreto, el topo disciplinario y encerrado no puede soportar la apertura neoliberal; y en su lugar entra la serpiente que, a diferencia del mamífero, no se mueve en espacios cerrados, sino en espacios abiertos desde su locomoción. El topo es un trabajador terrenal, un obrero, un maquilador, un oficinista que sigue simplemente instrucciones, es un sujeto que sin su guía metodológica se pierde, no sabe qué hacer. La serpiente, en cambio, es el empresario o entrepeneur que se piensa libre (espejismo del siglo XXI) porque delimita el espacio a partir de su movimiento, inventa sus propias dinámicas, y busca todo el tiempo realizar actividades que todos las llaman innovadoras, palabra favorita de los mercadólogos y publicistas. 

El paso del topo a la serpiente. El neoliberalismo, en muchos rincones citadinos, ha convertido al trabajador en empresario. 

Los jóvenes ya no quieren introducirse a una empresa, sino crear su proyecto de vida, moverse desde su propio empuje. La frase de Steve Jobs “si tú no trabajas por tus sueños, alguien te contratará para que trabajes por los suyos”, refleja la inconformidad del trabajo topo, y muestra de forma ilustre la lógica de la organización laboral que los jóvenes desean. Ya no se trata de meterse a una oficina-cueva para trabajar ocho horas (o más), sino de crear, disfrutar los logros personales e individuales, y moverse desde el propio impulso y deseo para subsistir económicamente. 

Por tanto, es el neoliberalismo, y no la revolución comunista, el que está eliminando, en algunos lados, la clase trabajadora sometida a la explotación ajena, para convertirla en otro sujeto investido por un poder menos visible. Como dice Byung-Chul: “hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa”. El amo y el esclavo se han fusionado en una persona, y por ende, la lucha de clases se transforma en una lucha interna consigo mismo. 

He aquí el poder neoliberal reptílico del siglo XXI. Lógica paradójica: uno se siente libre pero no lo está. La persona entrepreneur puede aburguesarse, pero tarde o temprano se autoexplotará (en nombre de su empresa) por la carga de trabajo que genera su propio proyecto “libre” e “independiente”, inmiscuido en la lógica del consumo y la economía capitalista tardía. Sociedad de cansancio: la explotación a la que uno mismo se somete es mucho peor que la externa, ya que se ayuda del sentimiento de libertad. Y si no logra los objetivos impuestos, por ende, se convierte en un fracasado, que estará agotado y depresivo. 

De esta manera, el capitalismo tardío es eficiente. El individuo decide voluntariamente explotarse a sí mismo hasta la extenuación. La desaparición del oficinista suplantado por el emancipado entrepreneur no extingue la oficina: ésta sigue viva, sólo que ahora no es física, está dentro de un dispositivo inteligente que se contiene en la bolsa o bolsillo. Especie de oficina desterritorializada y sonora: si ésta llega a sonar, el día libre se termina, independientemente de la locación de la persona. 

Antropomedia 

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Referencias 

Byung-Chul Han (2012). La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder. 

Byung-Chul, Han. (2014). Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Barcelona: Herder. 

Deleuze, G. (1990). “Posdata sobre las sociedades de control”. Conversaciones 1972-1990. Valencia: Pre-Textos, ed. 1995. pp. 277-286. 

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