Los significados del autorretrato 

Selfie, autorretrato… dos palabras que enuncian un fenómeno que aunque no es nada nuevo (uno puede ver las Meninas de Diego de Velazquez), se ha hecho visible por su adecuación con las nuevas tecnologías cibernéticas, específicamente por los medios sociales, llámense Facebook, Instagram, Twitter, Flickr. Sin embargo, es común entrever cómo cuando se habla de este práctica cibernética, se le piensa de forma homogénea, como si todas las “selfies” significaran lo mismo, y respondieran a un mismo interés narcisista o egocentrista.

Una explicación del carácter polisémico de las selfies o autorretratos, 

Selfie, autorretrato… dos palabras que enuncian un fenómeno que aunque no es nada nuevo (uno puede ver las Meninas de Diego de Velazquez), se ha hecho visible por su adecuación con las nuevas tecnologías cibernéticas, específicamente por los medios sociales, llámense Facebook, Instagram, Twitter, Flickr. Sin embargo, es común entrever cómo cuando se habla de este práctica cibernética, se le piensa de forma homogénea, como si todas las “selfies” significaran lo mismo, y respondieran a un mismo interés narcisista o egocentrista. En pocas palabras: no se analiza cómo el hecho de tomarse una foto-de-uno-mismo no siempre tiene el mismo sentido, ya que responde más a una práctica de exploración y de juego indentitario que a una práctica uniforme simbólica. 

No ha sido así siempre. En un libro maravilloso titulado “De la cultura Kodak a la imagen en Red: una etnografía de la cultura digital”, Gómez Cruz además de entender la fotografía no como una representación de la realidad neutral, sino desde una perspectiva etnográfica, es decir, que la interpreta como una práctica que adquiere sentido en un entramado socio-técnico; muestra desde una investigación cómo el autorretrato no siempre significa lo mismo o realiza bajo el mismo propósito. Como resultado divide la selfie en cuatro: 1) jugar con la identidad, 2) experimentación de la fotografía, 3) narrativa del yo y 3) terapia psicosocial. 

La primera (jugar con la identidad) se refiere a un proceso de mirarse a sí mismo para indentificarse. Al contrario de la lógica representacionista de la fotografía, aquí las imágenes funcionan no sólo como una puesta en escena del yo, sino como una oportunidad de re-crear, juguetonamente, ese yo. Nuestra imagen se vuelve una avatar, un ser distante, un objeto identitario que tiene la posibilidad de configurarse y re-configurarse las veces que se desee. 

La segunda forma de interpretar la selfie se centra no tanto en el resultado (la imagen), sino en el proceso experimental que permite la creación pictórica: la fotografía como arte de hacer. De ahí que el autorretrato, en este caso, sea más consciente, privado y reflexivo, y sobre todo, que su foco esté aparejado con la experimentación como fotógrafo(a). Ensayo técnico y pictórico: se trata de mostrar las habilidades profesionales para crear una imagen perfecta para identificarse ante los demás (y ante él mismo) como fotógrafo. 

En la faceta selfie “narrativa del yo”, la fotografía deja su cualidad singular y se suma a un repertorio de autorretratos que cuentan una historia. La fotografía se torna una interfaz social en donde cada uno construye simbólicamente la figura épica o trágica de sí mismo. Cada selfie funciona como un rompecabezas híbrido que sumado a los comentarios de los demás, y las adecuaciones que se hacen del perfil, se arma una figura “coherente del yo”, una historia que contar. 

Por último, el autor muestra la faceta terapeútica, en el que la fotografía personal adquiere propiedades de reflexión. Permite objetivar y ver el ser de forma separada para repensarlo de manera profunda. La práctica de tomarse una foto, en este sentido, va más encaminada a la meditación del yo desde la contemplación pictórica del cuerpo. Sin embargo, esto no es un proceso individual: la configuración en red de los medios sociales permite que los likes funcionen como incentivos, al grado que uno puede superar un rompiendo afectivo desde la respuesta de los demás como un vehículo de autoestima.    

Las selfies no siempre significan lo mismo. No son un acción uniforme, ni un producto maquinaria identico. Son una práctica que adquiere significado en el contexto en que se performa y desarrolla. De ahí estás caras que presenta Gómez Cruz que aunque no son exhaustivas ni universales, son formas de entender una misma conducta desde su carácter polisémico. Algunas veces son terapéuticas para inflar el ego abollado por una ruptura de años y otras para practicar los estilos fotográficos y filtros con uno mismo…  

Antropomedia 

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Referencias 

Gómez Cruz, E. (2012). De la cultura Kodak a la imagen en red: una etnografía sobre cultura digital. Barcelona: Editorial UOC.  

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