En el invierno de 2025, el curso de Literatura Comparada de la profesora Zrinka Stahuljak hará historia como el primero de la División de Humanidades de UCLA en integrar la plataforma de inteligencia artificial Kudu. Este cambio transforma el curso en una experiencia de aprendizaje centrada en los estudiantes, priorizando el pensamiento crítico sobre la mera transmisión de información.
El libro de texto, generado por inteligencia artificial, combina notas de clase, presentaciones y materiales desarrollados por Stahuljak durante la enseñanza remota en la pandemia. Disponible por $25, este recurso digital es accesible para estudiantes con discapacidades gracias a su compatibilidad con lectores de audio y puede actualizarse en tiempo real para adaptarse a las necesidades del curso. “Con el material contextual incluido en el libro, puedo enfocarme en guiar a los estudiantes en la lectura de textos primarios y en el desarrollo de habilidades analíticas críticas”, señala Stahuljak.
Los asistentes de enseñanza también se benefician de recursos generados por IA que les permiten dedicar más tiempo a brindar retroalimentación personalizada en las tareas de escritura, un desafío común en clases grandes.
El uso de Kudu ilustra una tendencia clave en la tecnología educativa: como señalan Dalton y Thatcher (2014), “los datos y sus usos nunca son neutrales, sino que están profundamente impregnados de política, moldeados por contextos y reflejan agendas subyacentes.” El sistema cerrado de Kudu, que opera exclusivamente con contenidos curados por la profesora, asegura consistencia en la enseñanza y minimiza los riesgos de mal uso de datos o plagio.
Sin embargo, este avance no está exento de dilemas éticos. Milan y van der Velden (2016) destacan que las herramientas basadas en datos pueden “reconfigurar regímenes hegemónicos de datos,” pero advierten que deben emplearse con reflexión crítica para evitar perpetuar desigualdades. El sistema de Kudu, que detecta escritura generada en más de un 50% por IA, aborda estos desafíos al fomentar la integridad académica mientras respeta la privacidad de los estudiantes.
El proyecto también permite explorar nuevas dinámicas pedagógicas. Como observan Pink et al. (2018), la interacción con sistemas impulsados por datos no solo genera oportunidades, sino también “ansiedades y preocupaciones” que afectan la confianza y el entendimiento en los entornos educativos.
El curso de Stahuljak representa un ejemplo de cómo la tecnología puede transformar la educación superior, pero también subraya la necesidad de reflexionar sobre los impactos sociales y éticos de estos sistemas en la enseñanza y el aprendizaje.