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Los numerati: Personas que conocen todo sobre ti

Dicen por ahí que los números nos gobiernan; nos someten implacablemente sin respuesta alguna; nos conocen más que nadie, incluso más que nosotros mismos.

¿Libertad? La cadena invisible de las tarjetas de crédito

¡Peligro! El eufemismo de la libertad ronda y ronda en las últimas décadas, muy bien equipado y disfrazado.

Twittear: la definición de la identidad en juego

Tres pasos para que iniciemos este pequeño escrito. Primero, repasemos nuestro Twitter un rato.

Eufemismos: sobre el ACTA y TPP

Parece que “la seguridad” y “la libertad” no se llevan para nada, o dicho con otras palabras más profundas y románticas, no son el uno para el otro.

La producción del sujeto: sobre la masacre de Batman

De nuevo Estados Unidos, de nuevo una situación complicada, fúnebre y escandalosa.

El orden del discurso (Parte II)

Si retomamos el escrito anterior, está claro que para Foucault existen ciertos principios externos que funcionan como sistemas de exclusión y delimitación del discurso.

Luis Jaime González Gil

Email:luisjaime@antropomedia.com

Referencias

Foucault, M. (1973). El orden del discurso. Barcelona: Tusquets.

El orden del discurso (Parte I)

La libertad, entendida como una forma de hablar sin ninguna restricción, no cabe dentro de la dimensión lingüística, no tiene lugar, y por lo tanto, es inexistente.

Las empresas líquidas

Al parecer Anaximandro (610 – 540 a.C.) no estaba tan perdido cuando argumentó que el agua, o como dirían lo científicos desde un lenguaje técnico: H2O, era el elemento o principio natural que originó la vida en el universo.

El desorden cibernético

Vivimos en la soberanía de la palabra. De una u otra manera, la realidad se constituye en y por lo que decimos.

Sociometría: el análisis de las redes sociales

Observemos con detenimiento el dibujo que se encuentra en la parte superior del texto, y ahora, encomendémonos a la tarea de describirlo.

Klout: el nuevo idioma de influencia en Internet

La influencia se ha desvanecido, se ha escabullido a un lugar recóndito regido por algoritmos, aplicaciones y programadores; un entorno en donde, por su propia particularidad relacional, Hitler hubiera cedido su lugar a la fuerza de las conexiones, a la importancia del vínculo con el otro.