En tiempos donde el individuo único y original es lo más sacralizado y el consumo, poco a poco, no sólo se ha centralizado en el uso privado, desechable y autónomo, sino también genera que las relaciones humanas comiencen a estar mediadas mediante la tecnología…, el “otro/de-carne-y-hueso” ha sido desdeñado en cierto grado, a pesar de estar ahí todo el tiempo.